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alkarajo

en el metro

en el metro qué gran invento el metro, eh.

Entras, sales, subes, bajas, pasas calor, te hinchas a ver culos (olvidad eso) y de repente suenan los pitidos, piii, piii, piii...

¡¡¡Es la guerraaa!!!

dios, qué infierno. El otro día una buena señora arremetió contra una buena chica cual jugador de la selección de Nueva Zelanda de rugby. La buena chica encogió los hombros, a la vez que arrugó el gesto y sintió como su caja torácica estrujaba sus pulmones, corazón y costillar. Alargó el cuello, estiró la nariz, ensanchó sus fosas nasales y buscó aire como lo hace un perrillo en el agua.

Por fin consiguió tomar aire.

Seguidamente, un buen señor, de medidas dobles, la arrasó fulminantemete pasando por encima de ella.

El tren cerró las puertas y marchó. Los demás teníamos demasiada prisa como para hacerle el boca a boca o aplicarle unas descargas.

Ese día, no llegué tarde al trabajo.

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